Música

El día que Axl Rose amenazó con disolver Guns N’ Roses delante de los Rolling Stones: “Odio hacer esto en el escenario”

El grupo californiano fue telonero de la mítica banda en cuatro conciertos en Los Ángeles que entraron a la historia del rock por la puerta de atrás.

Axl Rose of Guns N' Roses and Mick Jagger of the Rolling Stones (Photo by KMazur/WireImage)
KMazur
Sergio Murillo
Nació en Santa Marta de Tormes en 2001 y creció entre Guadalajara y Badajoz. Amante de la literatura, estudió Periodismo en la URJC. Se estrenó como jefe de Cultura en El Generacional. Ha sido corresponsal para El Estilo Libre y conductor de informativos en Cadena COPE. Entró en Diario AS en 2023 como redactor en Actualidad.
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Eran los últimos coletazos de los años ochenta. La industria musical se encaminaba a una oleada de cambios que acontecerían casi de manera vertiginosa en la posterior década, funcionando algunos de estos calendarios como bisagra generacional en la que coincidieron grupos y artistas variopintos. También ocurrió así en el rock. Quizá así se explique aquella noche de octubre de 1989.

Fue de esas noches históricas que envejecen bien. The Rolling Stones, la banda del género más exitosa sobre la faz del planeta, tenía agendados varios conciertos en California en el marco de su gira mundial. Como guiño al talento de la costa oeste, pretendían que los teloneros fueran locales. Y no había mejor opción que el llamado a ser el relevo generacional de los Rolling: Guns N’ Roses.

Los años más duros de la banda

Hubo que dar varias vueltas en torno a la cifra. No fue por 50.000 dólares; tampoco por 500.000. Lograron cerrar un acuerdo para que la joven banda, que ya había tocado el techo de la industria con ‘Appetite for Destruction’, lo hiciera por un millón. Todo iba sobre ruedas, salvo algunos detalles: Guns N’ Roses llevaban más de ocho meses sin salir de gira y los rumores acerca de los problemas de sus integrantes con las drogas —con la heroína, en particular— parecían tener más de cierto que de leyenda musical. No ayudaban las polémicas de algunas de sus letras y la constante amenaza de algunos de sus , incluido el propio Axl Rose, de abandonar el grupo.

De una forma u otra, hubo trato. El 18 de octubre se encendieron los focos del Coliseum de Los Ángeles. Los Guns N’ Roses estaban listos para reventar su ciudad. Todos, menos Axl. El cantante, harto y hastiado, no había acudido. El jefe de producción de los Rolling, Brian Ahern, vio la situación y pidió a la policía de la urbe californiana que se personaran en su domicilio; y, a rastras, le llevaron al estadio.

Un concierto que entró a la historia por la puerta de atrás

Una vez allí, vio cómo la banda que había tocado previamente, Living Colour, realizaba un discurso sobre el racismo que, de manera manifiesta, iba contra ‘One in a Million’, una controvertida canción del grupo. Rose iba a explotar. Subió al escenario e increpó la actitud de todos aquellos que pensaran que era racista. Y luego dio pie a un concierto que entró a la historia de la banda por la puerta de atrás: su baja forma no pasó desapercibida ante un ateneo que culminó su sorpresa al ver cómo el propio Axl, cegado por los focos, tropezaba y caía al foso de los fotógrafos.

Fue tal el ridículo que el vocalista estalló contra el otro frente que sacudía a la banda. “Odio hacer esto en el escenario, pero lo he intentado de todas las p*tas maneras. Y a menos que cierta gente de esta banda se ponga las pilas, estos serán los últimos conciertos de Guns N’ Roses que vais a ver, joder", vociferó, alertando de que estaba “cansado de que demasiada gente de este grupo baile con el maldito señor Brownstone”, en referencia a la heroína.

Delante de 70.000 personas quiso Slash que el suelo le tragase vivo y con la guitarra eléctrica. El músico atravesaba entonces una de sus peores etapas con las drogas; según reconoció más tarde, aquello “probablemente fue una de las cosas que más me hizo odiar a Axl”. Terminaron y dieron paso a los Rolling Stones, que dejó maravillado al público californiano.

Una vez terminado el primero de los cuatro conciertos preguntaron a Mick Jagger por lo que había sucedido con Guns N’ Roses. Y el músico trasladó su desempeño musical a una eficaz sentencia que no ite reinterpretaciones: “Axl dio un buen show, pero ojalá se hubiera callado la boca y se hubiera dedicado a cantar”. Tomó Rose su consejo y el tiempo dio la razón al líder de los Rolling Stones.

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