Red Bull Batalla: Bnet y el norte, historia de una reconciliación
El madrileño alarga su último baile, se lleva la Regional de Gijón y clasifica a la Nacional de Barcelona. Fabiuki, Le33, Jorge Mauro, JDR y Dani VK consiguen también su boleto.


Del norte se dice que nunca olvida; y de quien sueña en Gijón, que, si es buena la alucinación y la música lo permite, si quiere bailar, pocu son y basta. Una vez hubo penetrado el tren en la cordillera Cantábrica, los dorados e interminables campos de Castilla completaron su metamorfosis y brotaron del suelo, casi sin avisar, valles de pendientes imposibles a los que, dijo uno, es raro ver sin bruma. Que el sol radiante cubriese de claridad aquella región parecía símbolo de vaticinio: era la primera ocasión en la que Red Bull Batalla celebraba en Xixón una Regional. La cábala se escribía con las luces apagadas.
Que iba a ser un evento distinto era algo incuestionable. La magna competición cumple 20 años y dejó que fuera la Feria Internacional de Muestras de Asturias, cerca de la desembocadura del río Piles y enclavada en uno de los corazones de sal de la urbe, testigo de una ronda clasificatoria que, a la postre, cumplió con las expectativas que se arremolinaban en torno a un dato incontestable: hasta 32 participantes buscaban el paso a la Nacional, habiendo participado 16 freestylers en dicho evento con antelación. Es decir, que la mitad de la lista sabía qué era competir por el campeonato de España. Y en esas ocurrió lo que, de la misma forma sutil con la que Frank Capra encapsula un guion complejo al decir que ‘Sucedió una noche’, todos, en el fondo, conjeturaban que acontecería: Bnet regresó.
La recuperación de los filtros
El ‘chico de hielo’ ganó el único título que, paradójicamente, le faltaba en su vitrina a medida que fue perdiendo grados centígrados. Su primera intervención fue en la ronda de dieciseisavos, que funcionó como los filtros clásicos para determinar qué mc’s permanecerían con vida para escoger a sus contrincantes de cara a octavos. Y no se emitió. El retorno de Bnet se anunció como un último baile, pero una inusitada agresividad marcada por un grito excesivo —y unos nervios tan visibles como comprensibles por su falta de rodaje— hizo temer a más de uno que las luces de la discoteca arruinasen la danza. No fue así. Bnet, aunque discreto, tumbó a Owen.
El resto de batallas que definirían la presencia en el cuadro se solventaron con un abanico de variopintos resultados: Navas claudicó ante JDR, Botta entregó en su ciudad natal el testigo de heredero de las calles de Madrid a Dani VK, Le33 aplastó a un Tase que no se marchó sin compartir alguna lección de la escuela clásica alicantina —rara vez defrauda 'Cocinando Skills’—, y la falta de carburación, como ocurre cuando aceleras demasiado al principio de una carrera en ‘Mario Kart’, dejó sin Regional a Segrelles y a Babi, que, respectivamente, perdieron frente a dos de las sensaciones del día: Ander2k y Jorge Mauro.
El Lejano Oeste cabe en una ronda
Los octavos de final debieron proyectarse ante una pared en blanco como un carrusel de estilos. Hubo de todos los colores. Ander2k pintaba con una venda en los ojos todas las terminaciones que se proponía y, como si sus versos fueran disparados por una ametralladora Gatling del Lejano Oeste, enterró a un Martin debutante al que su inexperiencia jugó una mala pasada. El tal Mauro comenzó a salir del anonimato con un notable y original desempeño ante Nacho LCM, que no llegó a quitar el freno de mano en el evento; salvando las diferencias en lo que al rapeo respecta, lo mismo ocurrió en la victoria de JDR sobre Alanbur y en la de Sozat sobre Viti. A Mike Shinobi le faltó conectar los cables de su Delorean mental —algún chispazo arrancó la ovación del ateneo—, lo que facilitó el pase de Le33.
Los puntos fuertes de esta ronda, quizá en la que más calidad acumulada se percibió a lo largo de la tarde, se materializaron en tres batallas: Bnet se impuso a Mister Ego por la mínima en un duelo que dibujó en la mente de los asistentes una estampa propia del añejo FullRap Madrid, Dani VK ganó a Iban en un auténtico recital del segundo y un ejercicio de solidez del primero; y Fabiuki —¡Oh, Fabio!— se llevó los votos del jurado ante SRK en un combate que resultó un remolino de técnicas imposibles de analizar por sinalefa.
Los boletos para Barcelona
Llegó entonces el momento de la verdad. Cuartos de final. O, lo que es lo mismo, el punto de partido: quien ganase se aseguraría un puesto en la Nacional de Barcelona. Tomó el micrófono Bnet y, con él, su boleto a la ciudad condal. No hizo prisioneros y despachó a Ander2k en apenas cinco minutos. Casi con la misma contundencia Dani VK se consagró como el Lamine Yamal del freestyle español y dejó fuera a Jorge Mauro; Fabiuki se impuso —no sin sembrar algo de estupefacción en el público— a JDR, amén de un veredicto que algunos entendieron algo cogido con pinzas.
Y luego, lo de los gallegos. Le33 y Sozat, viejos amigos de los parques de Galicia, se enzarzaron en un duelo colmado de iración y cercanía que tuvo como host a una de las revelaciones del día: Claudinho, cuya dupla con Bekaesh no tuvo ni un único ‘pero’. Pasó Le33, pero los dos sonrieron. Terminaron de concretarse los representantes de la cita del próximo 19 de julio con el quinto y sexto puesto: Mauro acabó con un Ander2k incapaz de igualar el nivel de las primeras rondas y JDR dejó el sueño gallego a la mitad y expulsó a Sozat.
Un enfrentamiento de ensueño
Fue algo descafeinado. Las semifinales, donde todos se sabían, en cierta parte, vencedores por haber logrado el objetivo principal, se desarrollaron de manera rápida: Bnet venció a un Dani VK sobresaliente y Fabiuki acabó con un Le33 rabioso para dar pie a una de esas finales que, en ocasiones, cuando los astros de alinean y las mareas ceden, se producen: Bnet y Fabiuki cruzaban sus caminos en Red Bull Batalla.
Al canario le faltó creer que podía vencer, quizá embrujado por el hechizo que desprendían las palabras del que en su día fuera campeón Internacional. Y Bnet lo hizo fácil. Todos allí lo intuían porque el norte no olvida. También Javier Bonet lo sabía. Había ido a bailar. Y pocu son y basta.
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